Capítulo 2 · La despedida que casi ocurrió

Como escribimos en el Capítulo 1, hubo un momento en que realmente pensamos que XXL Lashes había llegado a su fin.
No en teoría. En la realidad.

El impacto de la pandemia

Cuando llegó la pandemia, los pedidos cayeron a cero casi de la noche a la mañana. Las facturas no. Almacenes, personal, proveedores, software, publicidad. Todo seguía funcionando mientras el mundo se detenía. Cuando la vida empezó a volver poco a poco, nuestras reservas de efectivo ya se habían agotado. No teníamos suficiente para reponer los productos clave. Nuestros bestsellers se agotaron y con ellos los ingresos estables en los que siempre habíamos confiado.

Intentamos resistir invirtiendo en publicidad. Las ventas subieron por un momento, pero también los costes. Un aumento del 20% en los ingresos trajo consigo un 20–30% más de gastos. El retorno de la inversión publicitaria se volvió negativo. Al mismo tiempo, el mercado cambiaba frente a nuestros ojos. Nuevos competidores inundaban con precios bajísimos. Muchos productos eran de calidad inferior, pero en algunas categorías no importaba: herramientas, accesorios, incluso pestañas.

Los profesionales que leen esto lo recordarán tan claramente como nosotros. Muchas clientas dejaron de ir con regularidad a los salones y pasaron al “hazlo tú misma”. Plataformas como Amazon, Shein y Temu crecieron rápidamente. Incluso vimos nombres conocidos de nuestras clientas más fieles comprando productos XXL en Amazon en lugar de en nuestra tienda. En cierto sentido era lealtad. En otro, un problema: las comisiones de los marketplaces reducían tanto los márgenes que muchas de esas ventas apenas generaban beneficios. Si subíamos precios, las clientas se iban a opciones más baratas. La misma estrategia que antes nos había hecho fuertes – ser más ágiles y eficientes que los demás – ahora se volvía en nuestra contra.

El día que pareció el final

A finales de 2023 y durante 2024 cerramos en números rojos por primera vez. En los últimos meses del año, parecía no haber luz al final del túnel. Nuestra fundadora estaba entrando en una nueva etapa de su vida mientras cuidaba de su madre enferma. Durante años había sido el motor detrás de todo lo que es XXL Lashes: el logo, el diseño del packaging, el aprovisionamiento, los textos, las formaciones, los incontables detalles. Su dedicación era total. Quien haya construido una empresa lo sabe: no se descansa trabajando, solo se siente estrés cuando se deja de hacerlo, porque siempre queda algo pendiente en la pantalla. Sin ese empuje constante, la competencia nos alcanzó y superó.

El día que decidimos liquidar el stock fue el día en que realmente pareció el final. Los precios bajaron por debajo de lo que habíamos pagado. El dinero que una vez construyó nuestro inventario ahora parecía tirado. Mejor malvender que dejarlo pudrirse en silencio, pero aun así fue doloroso.

Las clientas empezaron a hacer preguntas. Los rumores corrieron en la comunidad. Los competidores compraban stock sin marca. Llegaron ofertas para comprar nuestro nombre, incluso nuestras fórmulas de adhesivos, pero no la empresa ni las personas detrás de ella. Eso dolió profundamente.

«Se sintió como una traición, no solo hacia nosotros como equipo, sino también hacia todas las estilistas que habían confiado en XXL Lashes durante años.»

El equipo que se quedó

Dentro de la empresa, el ambiente era duro. Hubo lágrimas reales. Personas leales – nuestra familia en el sentido más verdadero, aunque no de sangre – enfrentaban la incertidumbre de cómo mantener a sus familias. Y aun así, se quedaron. Durante el período de liquidación, los pedidos se duplicaron. El equipo respondió al doble de mensajes, preparó el doble de cajas, sostuvo el almacén en medio de la tormenta. Trabajaron hasta tarde, llegaron temprano, renunciaron a sus bonos. Sostuvieron a XXL Lashes cuando era más difícil sostenerlo.

Tuvimos que enfrentarnos a otra verdad. Con el tiempo, un nicho muy enfocado se había convertido en un catálogo enorme. Nos hacía sentir orgullosos, nos posicionaba como un proveedor líder, pero también bloqueaba todo nuestro capital. Demasiados SKUs, demasiadas variantes, demasiados almacenes con costes fijos. La empresa no fracasó porque los productos no fueran queridos. Sufrió porque la estructura ya no encajaba con la realidad del mercado.

Fue el momento en que pensamos que la historia había terminado. La despedida parecía definitiva.

Lo que aún no sabíamos era que ese casi final también plantaría la semilla de algo nuevo.

Pero eso pertenece al próximo capítulo.